jueves, 22 de enero de 2009


LA LITERATURA HEBREA




El hebreo es la lengua oficial del Estado de Israel. Se trata de una lengua semítica de la familia afroasiática que es hablada por unos ocho millones de personas en todo el mundo y por el 95% de los habitantes de Israel. Más allá de la Biblia, los especialistas afirman que el texto más antiguo de la literatura hebrea es la estela de Mesha, conocida también como la Piedra Moabita. Está inscripción, realizada en el siglo IX A.C., fue descubierta en 1868. Con una extensión de 34 líneas, su texto fue ordenado por el rey moabita Mesha como registro de su victoria en una revuelta contra Omri, el rey de Israel. Otro testimonio de la literatura hebrea antigua es la estela de la casa de David, escrita a mediados del siglo VII A.C. Allí se conmemoran los triunfos del rey sirio Hazael.

Es importante destacar que el hebreo ha registrado numerosos cambios con el correr del tiempo. De hecho el arameo supo convertirse en la lengua predominante en la región Sirio-Palestina e influenció al hebreo. Se supone que Jesucristo hablaba arameo e incluso el Talmud tiene como lengua principal a dicho idioma.

La literatura hebrea, como la cultura israelí en general, ha estado marcada por la diáspora y por el movimiento sionista. Por eso, desde finales del siglo XIX, el hebreo hablado y escrito tomó un nuevo impulso.

Entre los principales poetas hebreos, puede mencionarse a Jaim Najman Biálik (1873-1934, quien tradujo al hebreo obras clásicas como el Quijote), Uri Zve (1896-1981), Amir Gilboa (1917-1984), T. Carmi(1925-1994) y Yehuda A,mijai (1924-2000).

En cuanto a los autores en prosa, aparecen figuras como Shmuel Yosef (1888-1970, Premio Nobel de Literatura en 1966), Moshe Shamir (1921-2004), Aharon Appelfed (1932), Amos Oz (1939, Premio Príncipe de Asturias de las Letras en 2007), David Grossman (1954) y Etgar Keret (1967).

ESCRITORES JUDÍOS EN LA ESPAÑA MEDIEVAL

Entre el séptimo periodo y el octavo (1040-1204) destacaron tanto en los reinos cristianos como en al-Andalus muchos escritores judíos. En este ambiente cultural, el más elevado del mundo occidental de esos siglos, se sientan las bases de la poesía hebrea moderna.

Menahem ben Sarug (910-970), nacido en Tortosa, y Dunas ibn Labrit, poeta andalusí, fueron los máximos representantes de sendas escuelas gramaticales. Discípulo del segundo fue Samuel ibn Nagrella (993-1055), notable poeta que llegó a ser visir de Granada. Filósofo y poeta notabilísimo fue Selomó ibn Gabirol (1020-1058), que desarrolló su actividad en Zaragoza. Allí vivió también el filósofo y poeta Bahya ibn Paguda (1040-1110). Coetáneos suyos fueron los dos grandes poetas Moshé ibn Ezra (1055-1135) y Yehuda ha-Leví. Grandes polígrafos fueron Abraham ben Meir ibn Ezra (1092-1167) y Maimónides, quienes dejaron muestras de su erudición en el campo del derecho, la filosofía, las matemáticas o la medicina. A Maimónides se debe una obra capital en el campo de la filosofía y la religión judías, la Guía de los perplejos, escrita inicialmente en árabe y más tarde traducida al hebreo.

OTROS ESCRITORES EUROPEOS

El noveno periodo (1204-1492) también incluye destacados estudiosos en España, aunque el centro cultural se desplaza hacia Portugal, Provenza, Italia y Alemania. Los tratados filosóficos y éticos fueron sustituidos por escritos místicos, entre los cuales destacó la gran obra cabalística del siglo XIII, el Zohar (el nombre completo es Séfer ha-zohar, "Libro del esplendor"), obra capital de la Cábala, formada por una amplia serie de estudios esotéricos sobre la Biblia. Se atribuye al doctor español Mois de León (1250-1306). Los primeros libros que se imprimieron en hebreo, fueron publicados en Italia; Joshua Soncino, miembro de una gran familia de editores judíos nacidos en Italia, imprimió la primera Biblia hebrea completa en (1488). Unos veinte años después, el editor holandés cristiano Daniel Bomberg fundó una editorial hebrea en Venecia y publicó las primeras ediciones completas tanto del Talmud palestino como del babilónico. A partir de la expulsión de los judíos de España (1492), la brillante cultura sefardí verá el ocaso de su esplendor, siendo sustituido por el florecimiento asquenazí centroeuropeo, especialmente en el campo jurídico-religioso.

ESCRITORES MODERNOS

El periodo duodécimo (1880 hasta el presente), se ve marcado, al principio, por la continuidad de la Haskalá y la vuelta al uso de temas profanos, y por último por la literatura hebrea de Israel. El sionismo, que surgió a finales del siglo XIX, fomentó un interés renovado por el hebreo hablado y escrito, en especial entre los judíos de Europa Oriental. El primer periódico hebreo, ha-Yom (El Día), apareció en 1886; entre varias publicaciones periódicas estuvo ha-Sahar (La Aurora), una revista literaria fundada en Viena en 1868 y editada por el escritor de origen ruso Peretz Smolenskin. En esta revista apareció, por primera vez, en entregas, la gran novela semi-autobiográfica de Smolenskin ha-To’eh Be-Darjei ha-Hayyim (3 volúmenes, 1868-1870, El caminante por los senderos de la vida). El principal poeta de la Haskalá fue Judah Leib Gordon, nacido en la actual Lituania. Su obra, escrita en ocasiones en hebreo bíblico y otras en un hebreo más actual, aportó un nuevo estilo poético. Algunos escritores de ficción, influidos por la Haskalá, pasaron del uso del yidish al hebreo; uno de ellos fue Mendele Mokher Sefarim (seudónimo de Shalom Jacob Abramowitz). Las novelas del ‘Abuelo Mendele’, que describían la vida cotidiana en el gueto, han mantenido su popularidad en el siglo XX.

Entre las contribuciones más importantes del renacimiento hebreo cabe destacar la obra de tres escritores de origen ruso, de la misma generación, Hayyim Nahmán Bialik, Saul Tchernjovski, y Zalman Shneur. Bialik, poeta, ensayista e intérprete del legado judío, fue también traductor de clásicos europeos, como por ejemplo de Don Quijote. A pesar de que buena parte de la poesía de Tchernjovski habla de los dioses de la antigüedad en términos casi paganos, otras obras suyas hacen un retrato idílico de la vida popular judía. Shneur hace, en su poesía y su prosa, un llamamiento a su pueblo para que vuelva a los valores espirituales.

El establecimiento de los judíos en Palestina dio un gran ímpetu y actuó como una nueva guía para la literatura hebrea. Sin embargo, la prosa de los primeros inmigrantes seguía emocionalmente ligada al pasado. Joseph Hayyim Brenner, novelista, autor de relatos cortos y crítico literario, que se asentó en Palestina en 1908, hacía hincapié en el sentido trágico de la vida y en la búsqueda de una fe capaz de ofrecer alivio frente a la desesperación. Las primeras obras de Shmuel Yosef Agnon describen la vida judía en los shtetls, o asentamientos en la Europa Oriental; pero a partir de 1948, escribió sobre la vida de los pioneros de las comunidades en Palestina. Hayyim Hazaz fue a Palestina en 1931; sus obras incluyen historias del periodo bíblico, así con la novela Ha-Yoshevet ba-Gannim (1944) que narra la vida de los judíos yemeníes en la tierra de Israel. Al contrario que en la prosa, la poesía de esta primera generación trató temas más relacionados con la vida moderna. Los versos de Rachel Bluwstein, nacida en Ucrania, cantan su amor por Palestina; la mayor parte de su obra se ha musicalizado. La poesía de Uri Zvi Greenberg trata temas cotidianos. Nathan Alterman, nacido en Varsovia, llegó a Palestina en 1925. En un principio siguió la corriente del simbolismo francés y pasó del abundante uso de imágenes y rimas disonantes a un lenguaje y estilo más sencillos en obras tales como Ir Hayoná, (La ciudad de la paloma, 1957), además de abordar temas políticos.

Las obras de los primeros escritores ya nacidos en Israel, siguieron mostrando la dualidad de sus inquietudes. Inspirados en su pasado judío, escribieron también sobre las promesas y problemas de la nueva tierra y sobre la identidad judía. Entre estos escritores se cuenta Moshe Shamir, novelista y dramaturgo, entre cuyas novelas se incluyen Un rey de carne y hueso (1954) y Atravesó los campos (1969).

A partir de 1950 la literatura israelí, al igual que la de Occidente, se preocupó más por el individuo y sus problemas de soledad y alienación. El famoso novelista Amos Oz describió en Mi marido Mikhael (1968) la depresión de una joven ama de casa. Como consecuencia de la guerra de los Seis Días acaecida en 1967, volvieron a cobrar importancia en la literatura israelí los temas nacionales. De esta manera, en La colina del mal consejo (1976) Oz mezcla la realidad y la ficción en una historia sobre los ideales que llevaron a la revolución israelí. Una obra anterior, Tocar el agua, tocar el viento (1973) aborda, simbólicamente, el tema de la huida del personaje central, primero del Holocausto europeo y luego de la guerra de 1967. Tranquilidad perfecta (1982), describe el conflicto generacional en una familia residente en un kibutz, a mediados de los años 60. La obra histórica Las voces de Israel (1982) aporta un estudio compasivo, pero al mismo tiempo objetivo de su país.

La obra de Aharon Appelfeld, que llegó a Israel en 1947, evoca el Holocausto y sus propias experiencias infantiles en Europa Central. Huir, intentar esconderse y esforzarse por borrar el pasado son los temas principales de sus relatos breves y de varias de sus novelas. Entre estas últimas se cuentan, Badenheim 1939 (1980), Tzili: Historia de una vida (1982), y La piel y la camisa (1971), obras de gran éxito.

En la poesía israelí contemporánea cabe destacar la poesía de Yehuda Amichai, en sus obras Ahora y antes (1955), El jardín público o Amen (1977). Su novela Ni de aquí ni de ahora (1964) relata la vida de un arqueólogo israelí que debe reconciliar su pasado judeoalemán con sus actuales crisis tanto personales como políticas. Son también notables sus relatos breves. Otros dos poetas notables son Amir Gilboa y T. Carmi. Gilboa se trasladó de Ucrania a Palestina en 1937. Utilizando motivos bíblicos y simbólicos, describe uno de sus temas más repetidos: la destrucción del mundo judío europeo. Carmi (seudónimo de Carmi Charney) nació en Nueva York y se estableció en Israel en 1947. Su poesía, perfectamente estructurada y rítmica, mezcla frases coloquiales hebreas con citas bíblicas.